Código deontológico

De siempre las campañas electorales dejan para la posteridad un rosario de mentiras, sandeces y paridas que bien darían para recopilar en algún que otro tomo.
Merecidamente, los políticos son el estamento peor valorado por la sociedad, y no es de extrañar ya que el ciudadano no es tonto, aunque nos tomen por ello. Nuestra Gran Cati del Photosop, además de esa imagen juvenil de los carteles, se ha sacado de la chistera un código deontológico. Una gran ocurrencia de la aparejadora.
Sus concejales, si gobiernan, no van a usar la información a la que tengan acceso en beneficio de sus empresas o de las de sus amigos. No, que va, ya pasó así con el PXOM, ¿o acaso no se compraron terrenos por parte de miembros de la corporación que luego fueron recalificados?. Miembros de los dos PP que estuvieron en las corporaciones, me refiero al PP de Cati y al del SAL, conocen perfectamente el tema.
Como diría Aznar, mire usted, empiece por aplicar el código deontológico no albergando en sus listas a testaferros y socios de narcotraficantes, no presuntos, sino narcotraficantes condenados. Déjese de historias y si quiere un mínimo de credibilidad empiece la casa por los cimientos.
Ha vuelto a hacer una lista de sumisos y de muditos, unos con la promesa de una dedicación exclusiva y un sueldo acorde a su idea de la austeridad. Una austeridad que empieza por tener un Interventor con más sueldo que el Presidente del Gobierno y un Secretario que ahí anda.
Deje de contarnos batallitas, y no empiece por poner al frente de Urbanismo a una recién licenciada en Derecho, que sabe tanto de Urbanismo como usted de Astronomía. Claro que el listón no está muy alto después de haber tenido al frente a un animador deportivo.
Están bombardeando con la asistencia a los mitines. Vale, eso no es ningún indicador fiable, como no lo es la famosa encuesta. A un mitin van, además de los de la lista y sus familares y amigos, los de las parroquias limítrofes, conocidos como la caravana, después van los de otros partidos que bien van a espiar o a cenar de balde. También están los de la tercera edad que son llevados y no saben ni donde están ni se enteran de lo que alli se habla, que aplauden cuando lo marcan los speakers. Me refiero claro a los grandes partidos.
El unico y gran mitin, el central y el del cierre de campaña es el del día 22, ese que cada uno lleva su aplauso guardado dentro de un sobre que deposita en una urna. Al final no decide ni el pulpo ni la empanada ni la tortilla, al final deciden los acarrexadores y el conocimiento que el pueblo tenga de la imagen de los candidatos.
En los mitines no creo que se condicione algún voto, ni que nadie cambie su idea por haber escuchado arengas muy bonitas. Ni aunque nos hablen de códigos deontológicos. ¿Qué sabrán ustedes de códigos y de honor?. A menos que creen el código de la mentira. Predica con el ejemplo meu frade.