Improvisación gubernativa

Curiosamente, donde las aguas bajan más revueltas, a nivel local, es en el PP. Digo curioso y no extraño porque todo tiene su lógica, al menos bajo mi punto de vista. No solo las derrotas electorales convulsionan el dia a dia de los partidos, también lo hacen las victorias, porque muchos son los que se quieren subir al carro de los ganadores para pelear por las prebendas de turno, buscar influencias, incrementar parcelas de poder. También tiene una lectura positiva además de la lucha de las hienas por la presa, es que significa que la agrupación está viva, genera debate y tensiones. Cuando hay un encefalograma plano mala cosa. Las disputas también fortalecen el conjunto general. Incluso en el bando de los ganadores hay triunfadores y vencidos, y estos últimos, los que estaban con el cuchillo entre los dientes para pasar factura son los que seguirán incordiando para tratar de no perder el hilo.
Cada vez me resulta más evidente que la dirección provincial no traga a Catalina, solo así se puede entender que lleven 15 años con una gestora, sin un organo directivo debidamente constituido, incluso me atrevería a decir que esta situación vulnera los estatutos. Y se entiende que permanezcan así porque en la cúpula temen que sea Catalina o sus adeptos quienes se hagan con el control del partido local y así piloten la formación de las listas.
Desde el aparato provincial manejan los hilos de los defenestrados y descontentos, como el caso de Villaverde, Jaime Leiro y María Durán, ex jefa de prensa y emparejada con un ex empleado de Nauta. Cuentan con la inestimable ayuda de algunos medios de comunicación y de la misma Alcaldesa en su empecinamiento en no rectificar en algunas cuestiones. Sigue empeñada Catalina en dar una imagen de concello rico, cuando esa no es la realidad, se sigue aferrando a un despilfarro impropio de los tiempos que corren y de las directrices que quiere imponer Feijóo.
No se entiende que necesidad tiene de tener dos secretarios, una jefa de prensa., y tampoco se entiende que tenga un responsable de los GMIR, o bomberos o como se les quiera llamar, eso debería ser responsabilidad del concejal de seguridad, que debería aplicarse en esos menesteres y no en revisar y hacerse las fotos de finalización de obras, para eso ya está el concejal de obras, se supone. Se transmite una descoordinación total, nadie sabe a lo que anda, y las funciones y obligaciones de los concejales las realizan otras personas que significan otros salarios, y no precisamente muy escuálidos.
Ya está muy manido el tema de los sueldos de los concejales, lo que hay que plantearse es la relación sueldo-productividad. No sé por qué razón en el Congreso se hacen sesiones de control al gobierno en las que los ministros acuden a dar cuentas de lo que han hecho, y en los Ayuntamientos no se hacen. Si fuese una empresa privada, si el dinero no fuese ajeno otro gallo cantaría. Así tenemos un concejal de Urbanismo que no sabe ni papa del tema, lo que implica una Gerencia con tropecientos empleados, un gabinete jurídico numeroso y una ineficacia e ineptitud total. Como ejemplo, en Espina y Delfín, en oficina hay dos personas, si fuese municipal habría ocho.En el Oral,ídem. Hace años ibas a buscar un certificado de empadronamiento y había uno o dos funcionarios, en una hora te lo daban, y eran gratis, ahora te cobran, hay 6 o 7 funcionarios, con sus correspondientes ordenadores y tardan 2 dias. Me río cuando se hablan de certificaciones de calidad y otras gaitas, estoy seguro que si se realizase una auditoría externa , la mitad de los puestos de trabajo sobrarían.
Le pido a la oposición que solicite información y un pleno para que cada concejalía explique su trabajo, trimestral o semestral,o anual, el numero de personas dependientes de cada concejalia y su coste, algo tan normal como que en cualquier empresa le pidan a los trabajadores su parte de trabajo. O sea, que me contratan a mi, yo mando a tres primos a hacer mi trabajo y cobramos los cuatro.
Lo de los organismos autónomos es otra barbaridad, que cumplen la única función de dar salida a la ingeniería económica o que los políticos se saquen un sobresueldo por ostentar presidencias y asistir a consejos de esos organismos. Otro despilfarro más y otro chanchullo descomunal.